martes, 1 de diciembre de 2009

A qué juega Leopoldo López

El domingo pasado tuve la oportunidad de asistir, desde mi casa, a un meeting dado por Leopoldo López y auspiciado por las redes populares.

Debo admitir que me sorprendió, que todo lo que había leído o escuchado sobre el antiguo alcalde se queda corto, muy corto. Nunca me había dado cuenta de lo mucho que se parece a Hugo Chávez, claro, sin verruga, delgado y de derecha.

Lo primero que me llamó la atención fue su maravillosa manera de desligarse del pasado y de lo malo. López, con asombroso caradurismo, criticó la forma en la que se "ha hecho la política opositora" como sí él mismo nunca hubiera formado parte de ella, como si nunca hubiera gobernado el municipio bastión del atichavizmo, como si la plaza Altamira, con sus marchas, concentraciones y tristes militares se encontrara en San Felipe, Yaracuy. Como si las cámaras de TV no lo hubieran captado dándole cocotazos a Rodríguez Chacín. Como si los micrófonos de todas las radios nunca hubieran apuntado hacia él, uno de los voceros de la oposición. O, para no hacer larga la lista, como si él y Capriles R. no hubieran renunciado públicamente a sus cargos durante el breve desastre de Carmona.

Me dejó sin habla también el que López planteara una "alternativa" realmente democrática, lo que inmediatamente me recordó un pasaje durante la selección del candidato de su expartido, Un Nuevo Tiempo, para la candidatura de Chacao. Cuentan todos los presentes que al momento del acuerdo, cuando se nombró a Liliana Hernández candidata, en contra de la voluntad de López, éste se levantó y dijo que él era Chacao y en Chacao se hacía lo que él quiere (al menos tres presentes me confirmaron esta historia), acto seguido el amado Alcalde, vice presidente regional de UNT en Caracas, optó por lanzar a su propio candidato, Emilio Graterón, desobedeciendo la línea de su partido. Al más puro estilo de Chávez, le levantó la mano a un desconocido, hasta llevarlo a la alcaldía (sesiones de grupo presenciadas por quien suscribe demostraban que los habitantes de Chacao no reconocían a Graterón en fotos, pero era el candidato de Leopoldo, por lo tanto votarían por él).

Y fue en este momento cuando descubrí la jugada de López. Como él y sus seguidores (ciegos como los de Chávez) lo proclaman, él está marginado injustamente de cualquier contienda electoral, por lo tanto lo mueve su amor al pueblo. Pero no, para nada. Con su propuestas de primarias (que no son primarias, son consultas populares, pues las primarias son elecciones de base intrapartidos) el otrora alcalde, otrora Primero Justicia y otrora UNT, lo que busca es convertirse en el nuevo portaviones de la política nacional, levantarle la mano a sus precandidatos, medirse a través de ellos, para vociferar que es él la alternativa, qué es suyo ese capital político.

El dedo de Chávez es el dedo del (medio) pueblo y el de López pretende ser el dedo de la mitad restante.




No hay comentarios:

Publicar un comentario