miércoles, 22 de febrero de 2012

Pecando de pensamiento

Cerremos los ojos por un momento e imaginemos que estamos parados en cualquier lugar donde nos guste reflexionar y darnos un tiempo para pensar. Estamos ahí, en ese punto de meditación y de pronto, de la nada, se nos presenta Dios con la tabla de los 10 mandamientos para que nos evaluemos, para que veamos qué tan apegados a ellos hemos vivido.

Los mandamientos son estos (no está de más recordarlos):

Amarás a Dios sobre todas las cosas.
No tomarás el nombre de Dios en vano.
Santificarás las fiestas.
Honrarás a tu padre y a tu madre.
No matarás.
No cometeras actos impuros.
No robarás.
No dirás falsos testimonios ni mentirás.
No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
No codiciarás los bienes ajenos.

Dios, lápiz en mano, se prepara para los checkmarks. No sé ustedes, pero yo argumentaría primero que muchos de esos mandamientos deben ser revisados y luego dejo que me evalúen.

Amar a Dios sobre todas las cosas:
bien, no tengo objeción alguna. Tal vez no sea el más amador de Dios en la tierra, pero Él sabe que tengo mi forma de quererlo.

No tomarás el nombre de Dios en vano:
para qué hacerlo yo, si ya hay suficientes locos que se creen Dios, la voz de Dios (que es la voz del pueblo). Abundan los orates y fanfarrones que se creen la reencarnación de Dios en la Tierra. La Santísima Trinidad debe reacomodarse a Santísima Cuarteta por ellos.

Santificarás las fiestas:
Guardar el domingo para ir a misa o rezar. No nos engañemos, hablamos con Dios y sobre Dios, Él sabe que la mayoría de los domingos se nos van de un supermercado a otro tratando de armar ese rompecabezas que se llama hacer mercado. También podemos usar el domingo para cocinar los almuerzos de la semana, lavar ropa (si hay agua o luz) y en muchos casos, parir la tarea que algún hijo ovidó hacer y que es para el lunes.

Honrarás a padre y madre: check

No matarás: check (aunque a veces provoca).

No cometerás actos impuros:
Otro mandamiento que hay que revisar de cerca. Creo que estamos de acuerdo en que, de todos los mandamientos, éste es el campeón de los sin sentido. No cometerás actos impuros... Con lo cara que está la vida, con la inseguridad desatada, con las colas interminables en las grandes ciudades, con las pocas opciones de distracción que hay, con todo eso y más, van a venir a quitarnos algo que es barato (generalmente gratis), divertidísimo, relajante y en especial HUMANO.

No robarás: que lance la primera piedra quien esté libre de pecados.

No dirás falsos testimonios ni mentiras:
En un país donde el "paro" y las "mentiras blancas (o verdes o más recientemente rojas) son parte del ADN nacional, donde las excusas abundan, un país que jacta de la viveza criolla, en ese país, mi país, tu país, éste es un mandamiento imposible de cumplir.

No consentirás pensamientos ni deseos impuros:
El segundo mandamiento sin sentido. No hay mejor sexo que aquel que ocurre primero en nuestras mentes y luego en la cama. Los ojos se hicieron para ver como la mente para fantasear. Además, los feos, tímidos, inseguros o enclosetados (todos aplican para ambos sexos) de alguna manera deben manifestarse y darse su gustito.

No codiciaras los bienes ajenos: pecado terrible que se resume en una palabra EXPROPIESE.

Si leyeron hasta este punto deben considerarme un hereje, un enviado de Satán o algo parecido. No los culpo, los entiendo y como buen hombre temeroso de Dios me disculpo, pero al menos, muy al menos, en este ecrito cumplo con aquello de no mentir ni dar falsos testimonios.

Dios los bendiga.

jueves, 16 de febrero de 2012

El tema libre que se repite y repite

No sé si les pasó a ustedes, no sé si fue un fenómeno aislado que nos tocó vivir a quienes por muchos años compartimos el salón de clases en la Unidad Educativa Colegio del Ave María.

La cuestión es ésta: la profesora, de la materia que sea, probablemente por más flojera que por inclinación a una mejor enseñanza, nos decía que iban a darse exposiciones libres. A simple vista las exposiciones de temas libres eran una gran oportunidad para nosotros como estudiantes, un chance único para investigar un tema que nos pareciera asombroso, un tema que nos apasionara, que nos diferenciara. Al menos eso pensaba.

Mis compañeros de clases y en especial los de equipo de expisición pensaban de otra manera. Los temas libres eran temas recurrentes: las drogas, el SIDA, los métodos anticonceptivos (que curiosamente siempre terminaban recomendando que abstenerse era el método más seguro), el petroleo y la naciente Unión Europea.

Tres cadenas en dos días, diciendo lo mismo, repitiendo las mismas muletillas, las mismas amenazas y los mismos malos chistes me recuerdan a una de mis compañeras hablando del condón como método anticonceptivo o tal vez como método de barrera para evitar el contagio del SIDA.

Ambas exposiciones podían sonar igual, ser lo mismo.

La memoria de mis compañeros leyendo las láminas que año tras año fallaban en aprenderse o parados de frente al salón, apuntador de antena en mano, arrancando su participación diciendo: "como mi compañero quería decir" o inventando descaradamente a ver si, como pasaba, se salvaban gracias a la bondad de las profesoras, se me confunde con las imágenes de hoy, de esas cadenas de repeticiones, donde unos infelices son expuestos a hablar de manera "espontánea" al comandante/presidente/profesor/encuestador/pelotero/dramaturgo/omnipresente.

Lo que más me divierte, entonces y ahora, es cuando las profesoras (o el hablador) regañan a los expositores frente a toda la audiencia, por mediocres. Es chistoso, pero es como ver en vivo a un cachicamo decirle a un morrocoy que es un conchuo.

Esas distantes exposiciones de temas libres eran una improvisación, un chiste, eran algo que se hacía para malprender unos puntitos extra para el 70% y para los profesores era el chance de no hacer mucho y cobrar en proporción.

Con esas exposiciones se pasaba, cuando se merecía haber raspado.

La historia, como las notas de las exposiciones libres parece repetirse, quienes merecen estar raspados han pasado.