miércoles, 2 de diciembre de 2015

Sin pecado concebido

Una de las principales fantasías del catolicismo y del cristianismo, es el pecado original, según ellos, todos venimos al mundo con un pecado en nuestra vida, una suerte de meme de culpabilidad que nos acompaña desde que recibimos la nalgada post parto.

Sin embargo, todo esto del pecado original tiene algunos puntos totalmente incompatibles, no solo con la razón, que es algo obvio, sino con las mismas creencias religiosas y escrituras que lo sustentan, por un lado y con las aceptaciones que los líderes religiosos han hecho sobre el principal aspecto que condenó a la humanidad a nacer con tal pecado.

El primer punto toca algo elemental, el pecado original se da en el Génesis, primer libro del Antiguo Testamento, sucedió, vale recordarlo, porque Eva y luego Adán consumieron del futo prohibido, luego de ser engañados por, nada menos que, una serpiente parlante. El acto de comer manzana condenó a la pareja a tener conocimiento del bien y del mal, de su realidad. Primera muestra de lo que serían las religiones, obediencia ciega enfrentada al conocimiento, el saber es pecado.

Así pues, Dios condenó al hombre a labrar la tierra y ganarse el pan con el sudor de su frente, a la mujer a dar a luz con dolor y a la serpiente, la verdadera culpable del fraude, a arrastrarse sobre su viente. Que esta relación de justicia no sea escandalosa y atroz para todos, es algo que no entiendo. Pongámosla en palabras sencillas, acá se castiga con más fuerza a las víctimas de un fraude, que a quien lleva a cabo el fraude, así de simple, Eva y Adán fueron engañados por la serpiente, fueron víctimas de su verbo tentador y falso, pero ellos son los que llevan la mayor pena.

La segunda sentencia de Dios sobre los hombres es que sus hijos iban a cargar, de por vida, con el peso de este pecado, pasando de padres a hijos por todas las generaciones de la humanidad. Nace así el pecado original, fácilmente lavable con el agua bendita del bautismo.

Acá es donde viene la primera gran contradicción entre los libros. En el Nuevo Testamento nos dicen, con claridad, que Cristo vino a la tierra a morir, en un nefasto sacrificio, por el perdón de los pecados, la salvación y la vida eterna, el perdón de los pecados incluye el pecado original.

Esto nos lleva a una simple pregunta, si murió por el perdón de los pecados, ¿por qué seguimos naciendo con el pecado original? Parece que su muerte fue totalmente en vano, si a casi 2000 años del sacrificio en la cruz, aún seguimos hablando del pecado original y de la necesidad del bautismo. Una explicación radical, pero al menos con cierta lógica dentro del sinsentido, es que a fin de cuentas, Cristo no está muerto, al resucitar, no hay muerte que haya lavado el pecado, el original o cualquier otro, para ser coherentes en algo.

Sin embargo, no podemos racionalizar algo que no tiene sentido.

El segundo punto es más inquietante aún.

La Iglesia Católica ha admitido la imposibilidad de la existencia de Adán y Eva y se refieren a ella como un dogma de fe, como una matáfora para entender el poder de Dios. Bien, una admisión importante, pero aparentemente inútil para la razón, pues la humanidad católica sigue naciendo condenada por el pecado que dos seres inexistentes nunca cometieron. Analisemos esto, de nuevo, con un ejemplo sencillo, Adán y Eva son culpables de un crimen y sentenciados a cadena perpétua, sin embargo, la evidencia posterior demuestra que ellos nunca estuvieron en el sitio del crimen, que es imposible que hayan cometido delito alguno y que todo lo que los incrimina es una creencia no sustentada. Sin embargo, no son exculpados, quedan condenados por toda la vida y peor, usados como ejemplo para el escarmiento de todos.

Aparantemente, a fin de cuentas, todos somos "sin pecado concebidos".


jueves, 19 de noviembre de 2015

Cuestionar, un acto de fe

Then I heard God say to the other men, "Follow him through the city and kill everyone whose forehead is not marked. Show no mercy; have no pity! Kill them all – old and young, girls and women and little children.”

"Anyone who blasphemes God’s name must be stoned to death by the whole community"

God’s Apostle said, "I have been ordered to fight the people till they say: 'None has the right to be worshipped but God."

"The punishment of those who wage war against God and His messenger and strive to make mischief in the land is only this, that they should be murdered or crucified or their hands and their feet should be cut off"

Estos son versos de la Biblia y del Corán, no los identifico porque no creo que sea relevante para lo que quiero argumentar.

La gente dice que las escrituras no son responsables, sino la forma en la que se interpretan. Antes que digan que escojo al azar y por conveniencia, acá dejo un dato, la Biblia cuenta con 842 versos en los que se incita a la violencia, a matar o a actuar con crueldad, mientras que en el Corán hay 333, aunque en relación páginas / versos violentos, el factor porcentual hace del Corán un libro más violento.

No creo que haya mucho que interpretar sobre "cualquiera que blasfeme el nombre de Dios debe ser lapidado hasta la muerte por toda la comunidad", la única interpretación que puede haber es en cuanto al tamaño de las piedras, o la cantidad de piedras que puede tener cada persona, ¿dos como en las bolas criollas? o tal vez, si fallas la primera vez, pierdes el derecho a lanzar de nuevo, de resto la orden es muy clara.

Cada quien tiene el derecho a creer en lo que quiera creer, pero debe haber un punto en el que muchas cosas deben cuestionarse, sobre todo si contradicen el sentido común o, como en estos libros, los mismos principios de amor que dicen tener.

"No matarás" es un mandamiento, pero en el mismo libro de Éxodos se ordena matar a todos los infieles en Jericó, hombres, mujeres y niños, animales y bestias, todo debía ser quemado, menos el oro, la plata y el bronce, que le son agradables a Dios.

Cuestionarse no es atacar la fe, es mejorarla, si usted cree que Mahoma subió al cielo en un unicornio o que Noé creó un arca capaz de desafiar la lógica, la física y la cadena alimenticia, bien, pero si sus libros lo mandan a matar, a odiar, a discriminar o a condenar, piénsolo, eso no es amar al prójimo.


Hay que tenerle fe al cambio y al poder de dudar y tener libertad de conciencia.

En eso creo.