Dudo que sepan quien fue Torquemada, que tengan idea de la
monstruosa empresa que lo hizo famoso. Su cultura no les da, sus conocimientos
de historia menos, su odio embrutecedor los ciega.
Encendidos en la llama del rencor, sedientos de venganza y aún
aturdidos por las cacerolas, un grupo de salvajes llegó hasta las instalaciones
de un ente público, vale decir, chavista, entraron a la fuerza en pos de dos
mujeres, una de ellas en estado de gravidez, para sacarlas a empellones,
llevarlas a la plaza pública y juzgarlas, el delito: traición manifestada en el
tronar de los utensilios de cocina que retumbaron por todo el país.
Afortunadamente sus compañeros de trabajo las protegieron,
cerrándole el paso a los violentos y hasta careándose con ellos.
La cacería de brujas apenas comienza, como lo muestra esta
otra escena dada en una filial de PDVSA Industrial, donde un empleado, en pleno
comedor y ante la mirada de todos, amenazó a los “escuálidos infiltrados”,
“traidores” que están plenamente identificados, que saben quiénes son y que no
van a durar mucho ahí, que los van a sacar, les declaró la guerra.
No son cuentos, son historias reales, cuyos protagonistas no
son nombrados por su protección, como tampoco lo son las instituciones, por la
mía.
Quieren sembrar el terror, pero lo cierto es que lo
realmente pavoroso es que las autoridades, en ambos casos, se hicieron lo
ciegos ante ambas situaciones.
Como en tiempos de Torquemada, se nos vienen épocas oscuras,
la orden de radicalizar parece estar dada, a los más cabezacaliente este
mandato les cae como anillo al dedo, lo esperaban, la violencia es su norte y
el odio su gasolina. Por años han esperado este momento, montados en las motos
que les trajo el gobierno y puliendo las armas que, oh casualidad, les llegaron
por el mismo proveedor.
Las amenazas no van a quedar ahí, el gobierno creó a los
colectivos pero no va a poder dominarlos, se les van a salir de las manos, las
anarquía no conoce de izquierdas o derechas, al probar la sangre querrán más,
de aliado o enemigos, no importa.
Ante los colectivos Torquemada, que Dios nos agarré
confesados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario