El 7 de octubre pasó y con él los resultados que, vistos sin pasiones, eran de esperarse. Las razones son muchas, desde el abusivo ventajismo hasta la terquedad de adecos y copeyanos en realizar las primarias en febrero y no en diciembre, cuánta falta hicieron esos dos meses de campaña. Otro factor para el análisis es la ausencia de la oposición en los pueblos y barrios del interior del país, su inexistencia en las clases bajas. El PSUV ocupa un espacio en solitario, tiene el monopolio del contacto, de la organización. Negarlo seguirá siendo un error.
A quienes el despecho los ciega y quienes se niegan a admitir que Chávez tienes más gente, sólo les queda cantar fraude, hacerse de teorías de conspiración tan alocadas como absurdas, las cadenas por BlackBerry no faltaron, hablaban de una tarima que se montó y desmontó y volvió a montar en una hora y media, hablan de tanques que nadie vio, de Capriles rindiéndose para que no le dieran un golpe de estado. Sin embargo, tienen razón, hubo un fraude.
El verdadero fraude estuvo lejos de las urnas electorales, se dio en la casa del vecino, en la oficina del pana, en la calle que cruza la avenida, en las panaderías y principalmente, a diario, en el llamado Sistema Nacional de Medios Públicos y no fue decisivo.
Mentiras por granel, promesas al mayoreo, amenazas a tiro de escopeta o directas. El miedo se hizo fraude para quienes dependen del Estado, la esperanza se hizo espejo y se cambió por el oro del voto. El discurso del progreso no llega, el progreso está lejos y requiere esfuerzo, la promesa fácil, aunque sea mentira enamora.
Cabe la pregunta, más de 8 millones de venezolanos son ingenuos o cómodos.
En un país con un altísimo índice de adolescentes embarazadas uno puede atreverse a decir que somos una población que aún creer en pajaritos preñados y que se deja meter el cuento primero, para que luego venga la penetración.
Eso lo ha hecho el gobierno por 14 años.
La oposición ha errado el discurso, la propiedad privada no emociona, la inseguridad afecta, pero no moviliza, la inflación es cosas de quienes tienen para comprar, quienes no tienen van a Mercal. Ahora levantan la bandea de la descentralización. Grave error.
Venezuela votó por seguir en la vereda, apenas 3 días después de las elecciones volvieron las manifestaciones y la toma de calles, nada cambió, vendrán más promesas y más protestas.
Hay que empezar a señalar al culpable, la oposición tiene una oportunidad de oro, recordar en la calle que las promesas no se cumplen, ir con el chisme. Deben convertirse en funcionarios del ministerio de seguimiento, debe tomar para sí la contraloría social, recordarle a los manifestantes quién les ha fallado.
Si eso no funciona, seguiremos varados en la vereda.
martes, 16 de octubre de 2012
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