jueves, 11 de febrero de 2010

Dos preguntas

Comencemos con una pregunta.

Cuánto más aguanta el país?

Venezuela está al borde de algo, a punto de un gran no sé qué. Todos vivimos con un susto en el estómago, con un cuídate que hay algo raro en el ambiente.

De  alguna manera hoy todos vemos señales de un caos, de un armagedón que no llega, lo sentimos, lo respiramos, está en el aire, se siente el sabor del agua, pero no llega.

Algo va a pasar, pero no llega.

Ese es otro de los logros de la revolución, otro de sus puntos altos. Ha creado una incertidumbre tan grande que ha pasado a ser parte de nuestras vidas.

Las renuncias de ministros, la llegada de agentes cubanos (como si fuera algo nuevo), la sequía, la oscuridad, la muerte.

Todo está mal, muy mal. Pero el gran mal no llega.

Este enorme temor, como todo temor, causa una enorme parálisis y he ahí el éxito del gobierno. Sigue fijando la agenda, el ritmo, decreta nuestras vidas, nos hace movilizarnos en unan dirección, paralizándonos en otra.

Todos hablamos del camino correcto, del electoral, de ganar unas elecciones que están alcance de la mano, pero aún así, escuchamos ruidos de botas, de sables. Los rumores de militares descontentos avivan las viejas esperanzas de una salida fácil, rápida, es algo que todos quieren, pero que nadie nombra. Usamos paralelismos para decirlo, enfatizamos en que “en el mundo” ya han visto quién es Chávez, que nadie va a defender a un dictador. Defenderlo de qué? El golpismo no ha sido superado, muy pocos quieren dejarlo atrás.

Por otro lado, muchos auguran también un caracazo, un alzamiento pupilar, algo poético, el pueblo de Chávez bajando de los cerros a sacarlo. A eso le teme  hasta el mismísimo Presidente. Hace bien, sobre todo en un país de tan corta memoria y agradecimiento.

Lo que nos lleva a otra pregunta para cerrar.

Qué va a pasar?

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