martes, 10 de junio de 2014

La confesión (cuento escrito para mi sobrina Roangely)

Hola a todos, seguro que me conocen, seguro que han escuchado mi nombre por todos lados, por la TV, a sus mamás, a sus papás, a sus maestros y maestras. Seguro que me han visto en las calles, en las playas, en las plazas, en los parques, en todas partes, en todo el mundo. De verdad, soy muy famosa, pero yo no quiero ser famosa, yo no quiero que hablen de mí, que me vean, me da pena estar por ahí.

Si la gente supiera que no me gusta que me vean, que no me gusta salir de donde debo estar, lo feliz que me hace estar cuando me tratan como deben tratarme, cuando me dan mi lugar y no me dejan por ahí, como si no le importara a nadie.

Por eso vengo a hablarles hoy.

¿Ya saben quién soy?

Soy la basura. Tengo muchas formas, puedo ser un papelito, una caja de cartón, una lata de refresco, un vaso plástico, un caucho viejo. Puedo tener cualquier tamaño, chiquitata o gigante, puedo olor bien o muy mal, en todo eso puedo ser muy diferente, pero mi origen siempre es el mismo, salgo de las manos de ustedes, los humanos.

Como ustedes son niños, quiero pedirles que me escuchen. No me boten, no me dejen tirada por ahí, métanme en un contenedor, aprendan a reciclar, pongan los vidrios juntos, las latas juntas, lo papeles por su lado. Pero por favor, no me lleven a la playa, no me gusta ir, ni a los parques, ni a las plazas. Las calles se ven mejor sin mí. Créanme.

Les confieso algo más, ustedes pueden cambiar el mundo, pueden hacerlo más limpio y bonito. Cuenten conmigo, yo no quiero ensuciarlo.


Ah, una última cosita. Quien no bota basura, tiene el alma limpia, como la de ustedes.

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