Si algo sabe Hugo Chávez es usar la palabra para molestar. Decir sandeces para irritar, es algo así como un rock violento y satánico a los oídos de una doña beata y temerosa de Dios, el efecto es el mismo, el horror y el escozor.
Chávez sabe hacerlo, llama escuálidos a unos, a otros les acusa de poner la gran plasta, a Uribe solamente falta que lo llame marico. A Bush le dijo diablo y borracho, entre otras. Ha amenazado con guerras, con sacar los tanques, con invadir, con freír en aceite (de sus primeras joyas) y un sin fin más de expresiones de una hemorragia verbal incontenible.
Pero la semana pasada dijo una realmente preocupante.
Las palabras textuales son tan irrelevantes, que no voy a fastidiar a nadie con una cita. Basta, eso sí, recordar la esencia de lo que dijo, y miren que sí dijo algo, porque llamar a Idi Amin Dada patriota y nacionalista es algo así como llamar a Hitler defensor de las buenas causas o a Milosevik buen niño explorador.
Lo preocupante de todo esto es que las palabras del presidente no solamente reflejan una sangrienta ignorancia de la historia o, peor aún, una irrefrenable necesidad de re escribir la historia internacional como lo ha hecho con la nacional, sino que reflejan hasta donde puede llevar su bizarra guerra mental contra el "imperialismo".
Preocupa que para el Teniente Coronel Chávez pueda existir algo así como el genocidio bueno o el malo, o el terrorismo bueno (como el del Chacal, a quien también defendió, por segunda vez). Idi Amin fue un asesino sangriento, despiadado, un loco, un enfermo de poder que decía comunicarse con Dios y que éste le ordenaba matar, y alguien que, otras extravagancias y demencias, se comía a sus enemigos, definitivamente para él la venganza sí era un plato que se comía, frío o caliente . Preocupa que el enajenado que lleva la banda presidencial reivindique de alguna manera a un personaje como éste (o como a Ilich Ramírez AKA Carlos el Chacal), porque un genocidio no puede justificarse de manera alguna, porque una bomba o una bala no conocen de idieologías. Un fanático de la derecha nacionalista Irlandesa que mata a unos ingleses a la salida de una iglesia anglicana es lo mismo que un pakistaní que vuela un autobús en Gaza o es lo mismo que el etarra que coloca una bomba en un carro en Madrid o el miliciano checheno que ataca una escuela en Rusia. TODOS son criminales, todos se justifican bajo esa grotesca entelequia que es el nacionalismo.
Ese mismo nacionalismo que Chávez trata de exaltar al llamar a la guerra contra Colombia o al llamar a defender a la revolución (o a él), de un Imperio que nunca vendrá.
Por que hay algo claro en todo esto, el amor torcido por una patria choreta, desfigurada y horrenda como la de Idi Amin, como la de Hitler, como la de Chávez es capaz de justificar la muerte de los traidores e infieles para que sobreviva alguien, para que sobreviva el verdadero patriota.
Salve Idi Amin, salve a los patriotas.
Dios (nos) salve a nosotros