Una de las principales fantasías del catolicismo y del cristianismo, es el pecado original, según ellos, todos venimos al mundo con un pecado en nuestra vida, una suerte de meme de culpabilidad que nos acompaña desde que recibimos la nalgada post parto.
Sin embargo, todo esto del pecado original tiene algunos puntos totalmente incompatibles, no solo con la razón, que es algo obvio, sino con las mismas creencias religiosas y escrituras que lo sustentan, por un lado y con las aceptaciones que los líderes religiosos han hecho sobre el principal aspecto que condenó a la humanidad a nacer con tal pecado.
El primer punto toca algo elemental, el pecado original se da en el Génesis, primer libro del Antiguo Testamento, sucedió, vale recordarlo, porque Eva y luego Adán consumieron del futo prohibido, luego de ser engañados por, nada menos que, una serpiente parlante. El acto de comer manzana condenó a la pareja a tener conocimiento del bien y del mal, de su realidad. Primera muestra de lo que serían las religiones, obediencia ciega enfrentada al conocimiento, el saber es pecado.
Así pues, Dios condenó al hombre a labrar la tierra y ganarse el pan con el sudor de su frente, a la mujer a dar a luz con dolor y a la serpiente, la verdadera culpable del fraude, a arrastrarse sobre su viente. Que esta relación de justicia no sea escandalosa y atroz para todos, es algo que no entiendo. Pongámosla en palabras sencillas, acá se castiga con más fuerza a las víctimas de un fraude, que a quien lleva a cabo el fraude, así de simple, Eva y Adán fueron engañados por la serpiente, fueron víctimas de su verbo tentador y falso, pero ellos son los que llevan la mayor pena.
La segunda sentencia de Dios sobre los hombres es que sus hijos iban a cargar, de por vida, con el peso de este pecado, pasando de padres a hijos por todas las generaciones de la humanidad. Nace así el pecado original, fácilmente lavable con el agua bendita del bautismo.
Acá es donde viene la primera gran contradicción entre los libros. En el Nuevo Testamento nos dicen, con claridad, que Cristo vino a la tierra a morir, en un nefasto sacrificio, por el perdón de los pecados, la salvación y la vida eterna, el perdón de los pecados incluye el pecado original.
Esto nos lleva a una simple pregunta, si murió por el perdón de los pecados, ¿por qué seguimos naciendo con el pecado original? Parece que su muerte fue totalmente en vano, si a casi 2000 años del sacrificio en la cruz, aún seguimos hablando del pecado original y de la necesidad del bautismo. Una explicación radical, pero al menos con cierta lógica dentro del sinsentido, es que a fin de cuentas, Cristo no está muerto, al resucitar, no hay muerte que haya lavado el pecado, el original o cualquier otro, para ser coherentes en algo.
Sin embargo, no podemos racionalizar algo que no tiene sentido.
El segundo punto es más inquietante aún.
La Iglesia Católica ha admitido la imposibilidad de la existencia de Adán y Eva y se refieren a ella como un dogma de fe, como una matáfora para entender el poder de Dios. Bien, una admisión importante, pero aparentemente inútil para la razón, pues la humanidad católica sigue naciendo condenada por el pecado que dos seres inexistentes nunca cometieron. Analisemos esto, de nuevo, con un ejemplo sencillo, Adán y Eva son culpables de un crimen y sentenciados a cadena perpétua, sin embargo, la evidencia posterior demuestra que ellos nunca estuvieron en el sitio del crimen, que es imposible que hayan cometido delito alguno y que todo lo que los incrimina es una creencia no sustentada. Sin embargo, no son exculpados, quedan condenados por toda la vida y peor, usados como ejemplo para el escarmiento de todos.
Aparantemente, a fin de cuentas, todos somos "sin pecado concebidos".