martes, 28 de octubre de 2014

De nuevo, la misma piedra

Llegamos, otra vez, al punto donde no queríamos estar, a un año de unas elecciones fundamentales en importancia y posiblemente ganables, altamente ganables...

Sin embargo, de nuevo, este proceso electoral nos va a agarrar con los pantalones abajo y desarmados, esa es y ha sido la constante piedra con la que tropieza una y otra vez la oposición, un tropiezo que parece ser ya es amor por la piedra.

Estamos, tal vez, a un poco más de un año para las elecciones legislativas del 2015, el gobierno, sin duda, ya debe tener una estrategia electoral, un plan y raspará la olla para sacar dinero y votos. No creerlo es caer en un estado de inocencia doloroso.

Pero no es el gobierno lo que nos debe ocupar, lo que debería preocuparnos, al punto del terror, es que no haya nadie que hable de primarias, de la necesidad de estar YA, en la calle, haciendo campaña, conectando con los votantes, haciendo que eso llamado pueblo haga la relación directa entre este caos y el gobierno, un 2 + 2 necesario para sumar votos.

Pero no, esto no está pasando, porque una corriente opositora insiste en desviar la atención de la oposición, tan fácil de distraer como un mal alumno en una clase de física, con promesas falsas, inmediatas e imposibles.

Hacen uso de mentiras a medias y de mitos completos. Hablan del CNE, dicen que es imposible ganar elecciones con este CNE, pero llaman a un proceso electoral, eso es la Constituyente. Vale recordarle a Leopoldo López y a su gente que la oposición ha ganado con este CNE, que ha ido aumentando su votación y que, con buenos candidatos se gana. Los malos candidatos no ganan. Esto hay que decirlo. Voluntad Popular no es un partido atractivo, es un partido de niños aventureros, a quienes les falta calle, pueblo y votos.

Las encuestas reflejan una caída en la popularidad del gobierno, pero si no se activa un movimiento popular, cercano, de calle y no de redes sociales, de escaleras arriba y no de radios, de gente real, que cree empatía, no se habrá logrado nada.

No entender la necesidad de estas elecciones iría más allá de volver a tropezar con la misma piedra, sería hacerse un collar con la piedra y exhibirlo con orgullo.

Solo que los collares de piedra hunden a los suicidas.